septiembre 22, 2011

Veracruz ensangrentado

Imagina que un día común y corriente sales del trabajo a la hora de la comida para ir por un rico pozole con tus amigos. Comes bien con vista al Faro Venustiano Carranza, celebras, ves un barco salir del Puerto; ríes. 


Vas de regreso a tu trabajo. Tus amigos te dicen qué camino los llevará más pronto. Das vuelta en la calle Altamirano. Recuerdas que en la escuela de la izquierda estudió tu hermana hace unos años. Crees que ya son muchos.


Sigues manejando. Todo sucede en los segundos más lentos de tu vida.


Algo atrae tu atención. Te percatas de un bulto en el suelo a tu lado izquierdo.
Continúas manejando mientras tu cerebro, congelado, aletargado, procesa la información.
Los segundos siguen lentos, pero tu carro no va más rápido.


Te das cuenta de que es un hombre. Encima de otros cuerpos. Conforman una masa asentada en el suelo.
Su cabeza, está cubierta con una bolsa de plástico, bolsa negra firmemente asegurada en el cuello con una cinta de plástico. Está boca abajo. No tiene camisa, sólo un short color verde-agua que nunca olvidarás. Las manos atadas por la espalda, también amarradas con esos mismos plásticos, ésos que se usan para amarrar los cables y tienen dientitos que impiden que se vuelvan a soltar. Piensas que son como los de las fotos de otros 35 que viste ayer en las noticias y redes sociales. 
La diferencia es que hoy los miras con tus propios ojos.


Y simplemente no lo crees.
Susurras un sutil, pero firme: No mames, no volteen, atrás hay descabezados- mientras sigues manejando.
Todos voltean (sabías que nadie te haría caso), confirman lo que no quisiste creer. Son cuerpos tirados en la calle. Como piedras, como basura, como los perros atropellados que te rehúsas a mirar cuando manejas en la carretera.


Y sigues manejando. Sin prisas, pero queriendo huir. Tu vista recorre el panorama. Son las 4 de la tarde, la gente camina al otro lado de la acera, como si nada pasara, como si no los hubiesen visto, pero apuran el paso, caminan, caminan. Volteas hacia la esquina, hay muy poca gente mirando, con temor, con disimulo, también hacen como que no vieron nada.
Tus amigos cuentan 3, 4. Ya no saben.


El retrovisor te dice que ya va llegando la policía.
Tú manejas, sólo quieres alejarte, alejarte, alejarte...