Así, con estas jornadas de trabajo, es normal que uno se apropie de los espacios y comience a hacerlos suyos... que si el cepillo de dientes y la pasta, que si las barritas de avena o galletitas pa'l hambre, que si la plancha del pelo...
Y resulta que a mi adorado Jorgito le ha dado por apropiarse de su espacio de tal manera, que de todo ha traído. Todo iba bien hasta hace unos meses; el primer signo de alarma se dio cuando se dio cuenta de que se le perdieron 150 pesos. Jorgito se quejó en voz alta, pero hasta ahí llegó todo.
Como un mes después, de su cajón volvieron a desaparecer otros cuantos pesillos. De nuevo, las quejas se escucharon, pero no trascendió.
No obstante, ayer fue el día en que la barbarie se desató: a Jorgito le robaron no una, ni dos... sino TRES tiras de condones del Seguro Social...
El cielo retumbó, las nubes se ennegrecieron y él... corrió a Recursos Humanos, donde sutilmente le dijeron que para hacer alguna acusación, debe encontrar al culpable. So... él no pudo hacer nada por el momento, sin embargo, ha dejado un narcomensaje (que me recuerda a este rollo que estamos viviendo en Veracruz con los zetas y la gente nueva). He aquí la evidencia de lo que uno encuentra al abrir su cajón:
Vaya, que dice que aunque le regalaron los condones, éstos le costaron un piquete... ya mejor no quise aclarar el asunto. Si alguien los tiene, por favor devuélvanlos.
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Se le extraña al aire.