octubre 08, 2011

Confieso que maté a mi papá

El voluntario toque de queda en el que vivimos, me ha llevado a de verdad, considerar que podría ganar un premio a la vida más aburrida del planeta. Pero justo cuando el premio está por llegar a mis manos, aparece un hombre. El hombre que se supone sería el más importante de mi vida: mi papá.


Tenía 30 años de no saber de él. Y de repente, se reporta aparecido de la nada, tirando por la borda mi teoría de que había sido abducido por alienígenas de cabeza verde y antenas neón; o aquélla en la que el avión en el que iba cayó en una isla abandonada y un gusano de humo negro lo perseguía aunque afortunadamente él tenía su amigo balón de voleibol (¿o era un coco?) con el que se desahogaba. Y no. No andaba muerto, andaba de parranda.


Tres semanas estuve reflexionando, analizando, considerando mi proceder. Al principio pensé que probablemente tenía cirrosis y quería que le donara un cacho de mi hígado al darse cuenta de que ninguno de los otros hijos era compatible. Después supuse que se estaba muriendo y me querría heredar un castillo en la zona más primaveral de La Loire, Francia. Al final, concluí que Google puede contener más información nuestra de la que queremos...


Y le contesté. Lo que me motivó a hacerlo fue pensar en que tendría hermanitos chiditos, mini cloncitos míos, una especie de Being John Malkovich pero con caras de SireNna. Lo admito, la sola idea es egoísta pero no deja de ser jocosa. También debo confesar que en ningún momento me permití emocionarme dados los antecedentes. Al mismo tiempo fui feliz al darme cuenta de que no le guardo ningún rencor por la irresponsabilidad de dejar una hija -como se lo dije posteriormente- en las manos de la madre que sabía la iba a sacar adelante.


El idilio duró aproximadamente dos semanas: me hartó. Me hartó un hombre que a los 60 años quiere recuperar a "una hija" que en realidad nunca tuvo. Me hartó que me enviara dos o tres correos diarios en los que me habla de sus hijos y de cuánto quiere que nos veamos. Me hartó confirmar, una vez más, que la edad no es indicativo de madurez. Me hartó ver que tiene dos hijos que son un desmadre (un  nini de 23 y otra pacheca de 16) sin contar al que se mató. Me hartó saber que es bipolar y que tiene mil achaques. Me hartó justo como lo hace la gente que se esfuerza demasiado.


Y entonces vi que la vida te bendice de formas que nunca habías contemplado. Y soy afortunada y bendecida. Y quiero mi premio a la vida más aburrida. ¡Qué anhelo!


Epílogo. Confieso que maté a mi papá porque hace años, cuando alguien me preguntaba por él o tenía que llenar un formulario, escogía la opción que decía "finado". A esas alturas de la vida (fines de bachillerato, inicios de Uni) descubrí que a la gente le da tanta lástima, que con esa nimiedad dejan de joder preguntando detalles escabrosos. Es la neta matar gente (en sentido figurado, no vaya a venir Duarte a encarcelarme).

5 comentarios:

Princess Consuela Banana Hammock dijo...

ay amiga, qué complicado :S pero no te quedaste con la espinita :D abrazos!

JAROCHIO dijo...

No te preocupes, Duarte NUNCA te encarcelaría por matar a alguien… saludos.

Anónimo dijo...

Lindo, me recuerda a mi padre jeje, que ahora que lo pienso debí haberlo matado tambien, eso me hubiera ahorrado dar explicaciones.

Saludos desde Honduras

oscarlestra

SirenNa dijo...

@Cume - Todo es bueno amiga ;)

@Jarochio - ¿Acaso lo conoces? ;)

@Honduras - Jajaja es práctico, lo recomiendo. Saludos a Honduras :D

Anónimo dijo...

realmente cuando lei esto me extremecio, aun en el fondo emboce una sonrisa, ironica supongo, en mascarada, me conmovio,,
hoy por hoy tengo una niña de 4 meses a quien el padre tambien "le secuestraron los andinigenas" desde el momento que me quede embarazada,,,aun entre las vueltas que rota este mundo algun dia, aunq sea entorno a sus sesenta años, su conciencia aun no le siga permitiendo dormir tranquilo y sea capaz de "dar la cara".... aunque sea demasiado tarde y la "muerte" sea echa...
Saludos,,,y abrazos