¿Quién lo hubiese imaginado? Un día, hace no mucho tiempo, fueron gestados; crecieron y nacieron del vientre de sus madres. Jugaron, corrieron, anduvieron como cualquier otro ser humano.
De pronto, algo sucedió en los engranajes: sus mentes perdieron la lucidez, enloquecieron y se sumergieron en sus propias realidades. Vagaron por las calles, fueron mirados con rechazo y desdén, humillados y vejados, mas nunca dejados.
Los que una vez fueron entes solitarios, hoy son tocados, explorados y analizados. Hoy sí pertenecen. Hoy también educan. Hoy, inclusive valen mucho más que cuando vivían. Sus almas y mentes ya no están, pero permanece lo importante: sus cuerpos.
Para ellos, la vida significa rechazo; la muerte, trascendencia eterna, aún cuando esto signifique convertirse en simples materiales didácticos.
ELGB.
[Nota amable para el lector: la reciente morbidez de mis escritos no es injustificada. Surge a raíz de mi acercamiento a la creación de una licenciatura de Médico Cirujano y del conocer los procesos y requisitos de un anfiteatro. Tal vez se deriva también de mi fácil impresionabilidad y mi recién adquirido temor/pavor a la muerte, que espero suplantar pronto con alguna nueva fobia menos evidente. Salud.]