5:10 y suena la primer alarma que anuncia que el día comienza.
Silencio, calma, oscuridad.
Pero tus manos están despiertas... me acaricias como sólo tú sabes hacerlo... muslos, cadera, vientre. Es difícil decidir entre seguir durmiendo y responderte. El cansancio no me deja pensar, no me deja responder como quisiera. Me limito a ese aletargado e inigualable sentir.
De pronto, suena la segunda alarma. Me saca violentamente del letargo y sólo alcanzo a brincar.
Te cagas de la risa... ... ... ... y te vas a trabajar.
Hoy más que nunca, odio al despertador.
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