Y para colmo un alto. Como que me empiezo a resignar. De reojo, a mi izquierda, algo se mueve.
¡Dios existe! Tipo hermoso. Treinta y tantos. Peloncito y en carro rojo. Encantador. Mirada curiosa, sonrisa coqueta. Habla por teléfono mientras me mira insistentemente. Por un momento siento que no me ve a mí. Pienso a lo Wayne's World: I'm not worth it.
Nervios por doquier.
Avanza un poco el carro de adelante. Lo hago también.
El nene de la izquierda se me vuelve a emparejar y ahora me hace señas, mientras sigue hablando.
Muero de risa nerviosa... semáforo color ecologista y... sigo mi camino.
Desde entonces, todos los días salgo 47 minutos tarde.
No lo he vuelto a encontrar.
Stupid me.
2 comentarios:
Amie!!! como has cambiado!!! hace 15 años hubieras visto al peloncito como un ser humano horroroso y acosador jajaja; te hubieras pasado el alto, no sin antes hacerle la Britney señal jajajaja
Jajaja soooo right! (No lo habremos hecho? Lo narraste muy real).
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