Aunque ayer se fue, no quiero dejar de lamentar la partida de la gran Loló Navarro. Una sola vez pude platicar con ella, en 2005, y la adoré. Curioso, tocó el tema de las distintas texturas de corazón entre hombres y mujeres, una plática por demás emotiva.
Me decía que nuestros corazones tienen una textura diferente a los de los hombres, debe ser por eso que sentimos más -dijo.
Inclusive, de esa plática se derivó un post para este espacio, que por una cosa u otra, nunca terminé. Hoy lo lamento mucho, porque mi mala memoria no me deja recordar a ciencia cierta todo lo que platicamos. Tache para mí.
Tal vez lo que más me impactó, fue ver anoche en las noticias una entrevista que le hicieron en su casa hace dos años. Una entrevista en la que casi terminé llorando al ver las condiciones en las que esa mujer, tan culta, tan reflexiva, tan profunda, vivía. Una casa vieja, de esas céntricas, por demás descuidada, además de la confesión de que algunos días no comía, puesto que vivía casi, casi de la caridad de los demás.
¿Cómo fue posible que alguien como ella terminara de esa manera?
No me queda claro, pero puedo confesar que me afectó más de lo que yo hubiese pensado.
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