febrero 04, 2005

Un día para odiar.

Desde anoche, ese era el destino de este día.

Ayer, después de una concienzuda y larga -pero trágica- charla con mi amigo Román, decidí que hoy odiaría, que maldeciría todo aquello que me hizo daño y que hoy no sé curar. Decidí que odiaría a aquellas personas que me han lastimado y que hoy fingen que nada sucedió. A quienes responden con una sonrisa sarcástica y burlona ante mis preocupaciones y miedos.

Nunca lo había hecho, nunca había pensado en dedicar un día al odio, sentimiento que ahora comprendo, ha sido víctima de prejuicios generados por la ignorancia. En realidad, el odio no es malo ni malintencionado, mucho menos malsano. Hoy he aprendido que es algo sumamente necesario. Odio, odio, odio... sólo por hoy.


Instrucciones para salvar el odio eternamente

De: Ismael -Whatever-

Si ella se va no la perdones.
Si te deja cultiva bien tu odio.
Nunca seas generoso en olvido, si ella se va.
Si te deja no digas adiós
o "Qué vamos a hacerle", no pidas perdón.
No repases vuestras fotos
y, mirándole a los ojos,
regálale eterno tu odio.

Si ella se va no trates nunca de entenderla.
Maldice sus pasos.
Nunca creas sus despedidas, sus promesas, su explicación.
Y provoca llanto y dolor,
que queme su conciencia como el sol,
que el adiós le corte como una cuchilla.
No te confundas ella, es la asesina.

Porque cuando ella se va
alguien la esperará en la esquina.
En otros brazos reirá con otras mentiras,
dirá "Te amo, cuanto tiempo te he estado esperando".
Y te olvidará, todo habrá muerto,
y aquel otoño nunca habrá sido vuestro.
Para qué mentir, que ella se lleve, aunque dure poco, tu odio para siempre.

3 comentarios:

Todo es virtual dijo...

Va para ti.
En efecto, creo que el amor y el odio son los sentimientos más puros que hay, y sin embargo del odio pocas veces solemos hablar, pero al igual que el amor muchas veces lo tenemos que ocultar.
Jorge Becerra

RomáN dijo...

"Todos los días te quiero y te odio irremediablemente", dice el maestro Sabines y acaso los extremos siempre acaban juntándose (la sabiduría popular sostiene que "del odio al amor hay sólo un paso" -aunque nunca sabremos a ciencia cierta la distancia real de ese paso...-). Lo que si parece claro es que el odio y el amor son como esas hermanas de tragedia que han nacido, una, llena de gracias y virtudes y, la otra, de defectos. Y como hermanas comparten el mismo origen: el alma y el corazón del ser humano (tal vez por eso Joaquín Sabina en una gran canción exige "ámame como odian los amantes"). Por otro lado, ¿no un pegajoso bolero pide, con el alma hecha trizas,"ódiame por piedad yo te lo pido,odio quiero más que indiferencia porque el rencor duele menos que el olvido"? (peor todavía, el bolero de marras acaba con una sentencia definitiva: "sólo se odia lo querido"...)
Y desde luego, también hay que reconocer que el odio adquiere muchas vertientes y tonalidades (he conocido personas con odios muy triviales como odiar el despertador, odiar alguna comida, odiar a la suegra... Y otros odios más nobles y generosos -si, también pueden existir tales!- como odiar el machismo, las injusticias, los abusos, las guerras, pero también he conocido otros odios más exquisitos y refinados como odiar a las hormigas de color rojo, odiar a un Picasso o un Gaugin o querer fulminar a las primeras lluvias de mayo... )
Lo que es seguro, gran amiga, es que en estos momentos odio no poder mirar tu sonrisa al leer estas disparatadas líneas.
Un abrazo
Román

P.D.Lo bueno de todo esto es que, sin duda, no podrás cumplir por mucho tiempo tu etapa de "odio" (al menos así lo deseo enormemente)

Anónimo dijo...

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Sufrir…
Odiar…

Monserga!

Las personas heridas son peligrosas... saben que pueden sobrevivir.