Ayer matamos un ratón en la casa. Éramos 4 hermosas y atléticas mujeres (ja!) luchando contra un pobre ser que pesaba tan sólo unos cuántos gramos.
Desde hacía días sabíamos que vivía en nuestro hábitat: el Mushu ladraba y buscaba desesperadamente entre los sillones, pero no habíamos tenido la certeza de si era su perruna imaginación o de verdad había algo ahí.
Antier, mailov y yo interrumpimos nuestra habitual pelea nocturna para verlo correr entre los sillones, perseguirlo, y finalmente, verlo cruzar la puerta e irse (prefirió huir a seguir escuchando el round 5, 349).
Pero ya ayer fue el colmo cuando el ratoncito se paseó enfrente de Berynaiz (la vecinita tiene antojooooo...) y fue así que decidimos que o pagaba renta, o se iba de la casa (el ratón; a la vecinita ya nos resignamos desde hace muchos años). Así, como en película de horror, las escobas volaron, corrimos, gritamos (coordinadamente con cada escobazo), destrozamos la casa y... la pobre víctima murió.
La neta, pobre ratoncito, yo también hubiese muerto del puro susto: entre escuchar a las 4 viejas gritar, y ver a una de ellas con un bate de beisbol venir dispuesta a marcarme un home run. Pobrecito. Estaba rete chulo.
Y sí, me declaro la autora intelectual y armadora de una potente barricada: todo aprendido de las estrategias guerreras de mis amigos travianeros :)
1 comentario:
te hubiera convenido mas cobrarle renta, nunca esta de mas la lana. Aparte, yo que tu revisaba, para ver si ahi tenia su catedral y capillitas, todas con chilpayates.
En cuanto a verlas gritar y correr, la verdad no quiero siquiera imaginarme.
Imagino que durante la primera vista alguien preguntó: Qué es eso?, y de repente se escucha una voz diciendo... pos un ratoon, bahh.
:D
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